Una aproximación conceptual y operativa al derecho humano al agua y el saneamiento
A Conceptual and Operational Approach to the Human Right to Water and Sanitation
Dado que una parte importante de la población mundial carece de servicios de agua y saneamiento, se ha ido avanzando para establecer el acceso al agua y al saneamiento como derechos humanos. La presente contribución se inscribe en dicha discusión y como tal trata de responder a los siguientes interrogantes: ¿cuáles son los orígenes, contenido y alcances del derecho humano al agua y al saneamiento?, y ¿qué desafíos suponen, en la práctica, su aplicación por parte de los Estados y el consiguiente ejercicio del derecho por la ciudadanía? Se concluye arguyendo que aún existen severas limitaciones e incertidumbres para el traslado de las orientaciones internacionales a la práctica de los Estados para que puedan cumplir con sus obligaciones, pues ello implica cambios sustanciales en las políticas públicas, estrategias de financiamiento, lógicas institucionales y legales; así como abordar explícitamente el tema de las desigualdades sociales.
INTRODUCCIÓN
A pesar de los esfuerzos realizados por los países para incrementar el acceso de la población al agua y al saneamiento,[1] incorporando el tema en sus agendas de desarrollo, según el Informe del Programa Conjunto de Monitoreo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef ) 2100 millones de personas en el mundo carecen de agua potable, lo que implica que tres de cada diez personas no tienen acceso al agua en sus hogares. Asimismo, 4500 millones no cuentan con un saneamiento seguro, es decir, seis de cada diez personas en el mundo carecen de saneamiento. A nivel Latinoamérica y Caribe, 40 millones de personas no poseen acceso a fuentes de agua mejoradas (6% de la población) y 117 millones no utilizan instalaciones de saneamiento (18% de la población), de las cuales 36 millones aún defecan al aire libre. En México, la cobertura en la prestación del servicio de agua potable en el año 2015 fue de 92,4% a nivel nacional; 95,1% en zonas urbanas y 82,9% en zonas rurales (Conagua, 2015; OMS y Unicef, 2017; Ki-moon, 2007; Justo, 2013; Cepal, 2018; Soares y Priego, 2018).
El no contar con el acceso a un suministro de agua segura acarrea que, en la actualidad, más de mil millones de personas en el planeta se encuentren en una situación en la que se ven obligadas a caminar más de treinta minutos para acceder y acarrear el agua desde una fuente. Ello tiene un impacto más severo en las mujeres, niños y niñas, dado que son quienes comúnmente se responsabilizan del abasto y acarreo del agua hacia los espacios domésticos y ven vulneradas sus oportunidades de trabajo y educación, por ello no acceder al agua es una desigualdad de género (Langdorf y Khalfan, 2006; Molyneux y Razavi, 2005).
La conclusión fundamental que nos brindan las cifras anteriores es que una fracción relevante de la población mundial continúa sin lograr acceder a los servicios de agua y saneamiento, no obstante, los esfuerzos por alcanzar, en el año de 2015, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de reducir a la mitad el número de personas que en 1990 no tenía acceso al agua y al saneamiento.[2]
Recursos
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