Este escrito es un fragmento modificado de la introducción del libro Microbiología industrial (Washington D.C.: Organización de Estados Americanos, 1994).
Microbiología industrial: su trayectoria
Los microorganismos pueden ser considerados en términos generales con dos criterios que son antagónicos. Uno corresponde a las actividades útiles que tienen algunos para obtener bienes o servicios. Otro completamente distinto atañe a los efectos perjudiciales que ocasionan, los cuales se asocian generalmente a la producción de enfermedades —tanto en humanos como en animales— y al deterioro producido sobre alimentos y materiales diversos.
La microbiología industrial se ocupa fundamentalmente de las actividades útiles de los microorganismos. Las aplicaciones de estos seres vivos datan de tiempo inmemorial. El ser humano hizo uso de ellos sin saber que estos existían desde que inventó o descubrió al azar la manera de preparar cerveza, vinagre, vino o pan. La cerveza era conocida antes del 6000 a.C. por sumerios y babilonios, y en Egipto existía ya una verdadera producción en 1700 a.C. El vinagre se producía desde antes de esa fecha y el vino es también muy antiguo, ya que existe evidencia de su producción antes del 2000 a.C. en Egipto y China. El pan se conoce desde 4000 a.C. aproximadamente.
Se puede afirmar que, hasta comienzos del siglo XX, existió muy poco o ningún control de los procedimientos utilizados para la elaboración de esos productos o alimentos. En un análisis cronológico se pueden fijar cuatro grandes etapas en el desarrollo de la microbiología industrial: hasta 1900; 1900-1945; 1945-1979; 1979 hasta el presente.
A partir de 1900 inició la etapa de producción de una serie de productos nuevos que se suman a los conocidos desde la más remota antigüedad: levadura de cerveza, glicerol, ácido láctico, acetona butanol y etanol. Hasta el 1945 poco se esperaba del futuro de la microbiología industrial, ya que solamente un número pequeño de productos eran fabricados con microorganismos; además, varios de ellos podían obtenerse por otras vías, ya más convenientes por razones económicas como etanol, ácido láctico o acetona butanol.
Con el advenimiento de la penicilina en 1945 y la necesidad de su producción, se provocó un impacto formidable sobre los procedimientos microbiológicos, ya que se planteó el desafío de la producción en gran escala en condiciones de mucho mayor control y con necesidad de operaciones más complejas para la separación y purificación de los productos.
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