“Cada gran sueño comienza con un soñador. Siempre recuerda que tienes dentro de ti la fuerza, la paciencia y la pasión por alcanzar las estrellas y cambiar el mundo”.
Harriet Tubman, conocida como La Moisés, fue una valerosa abolicionista, activista por los derechos civiles y exploradora afroestadounidense quien, tras escapar de la opresión de la esclavitud, se comprometió con la libertad de sus hermanos esclavizados y con la búsqueda del sufragio para las mujeres.
Nació con el nombre de Araminta “Minty” Ross en una plantación en el condado de Dorchester (Maryland) entre 1820 y 1822 —no hay documentos que certifiquen la fecha de nacimiento con exactitud— en el seno de una familia de esclavos. Su abuela fue traída de África a principios del siglo XVIII. Tuvo 11 hermanos, todos ellos hijos de Harriet Green y Benjamin Ross.
A los 5 años ya era criada y niñera sin ningún tipo de educación. En el día trabajaba para la esposa de su amo (Miss Susan) y en las noches cuidaba de que sus niños no se despertaran y empezaran a llorar; si lo hacían, era fuertemente castigada (usualmente mediante azotes con látigo, cuyas cicatrices en la espalda quedaron para el resto de su vida).
Estas vejaciones y otras humillaciones fueron bastantes frecuentes, viéndose recrudecidas por sus acciones y el disgusto que provocó en sus amos. Siendo niña fue sorprendida robando azúcar por su amo. Escapó para evitar el castigo, pero se vio obligada a regresar por hambre, tras lo cual recibió una fuerte zurra. En otra ocasión, cuando tenía 12 o 13 años, desobedeció las instrucciones de un capataz para ayudarle a capturar un esclavo que había abandonado sus tierras de trabajo. Mientras el fugitivo corría, el capataz le lanzó una pesa de dos libras que, en lugar de golpearle, fue a dar a la cabeza de Minty. Debido a esto, durante el resto de sus días sufrió dolores de cabeza, mareos, vértigos y lapsos de hipersomnia.
Desde su niñez asumió una fuerte orientación religiosa, la cual comenzó con las historias de la Biblia que su madre le contaba. Rechazó las enseñanzas de obediencia de los esclavos consignadas en el Nuevo Testamento, hallando consuelo y fortaleza en los relatos de liberación del Antiguo Testamento. Esta disposición fervorosa guió las acciones que la hicieron famosa años más tarde.
Benjamin, su padre, logró su emancipación en 1840 a sus 45 años gracias a una cláusula estipulada en el testamento de su amo.