Silvia Álvarez Torrellas
Ingeniera técnica industrial e ingeniera química
PhD. Ingeniería Química, Grupo de Catálisis y Procesos de Separación, Departamento de
Ingeniería Química, Universidad Complutense de Madrid (Madrid, España)
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El agua, un derecho de todos
Recientemente en España se ha aprobado un nuevo reglamento acerca del ciclo integral del agua de uso urbano, donde se recoge su acceso como un derecho humano de todas las personas y se procura garantizar la prestación de este servicio a los colectivos más vulnerables. Pero, ¿qué ocurre en los países no desarrollados o en vías de desarrollo?, ¿es allí el acceso al agua potable realmente un derecho? Las cifras dicen que no.
Según el Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos. Aguas residuales. El recurso desaprovechado (París, Francia: UNESCO, 2017), África solo cuenta con el 9 % de los recursos hídricos renovables disponibles a nivel mundial. Además, la brecha entre la disponibilidad y la demanda de agua crece con rapidez, sobre todo en las ciudades, donde se espera que la población urbana se cuadruplique en 2037. De los más de 1000 millones de habitantes del África subsahariana, 319 millones de ellos aún no tienen acceso a fuentes de agua potable y 695 millones no cuentan con saneamiento básico.
En el caso de la región árabe (la más seca del mundo), el panorama es algo más alentador, aunque con mucho por mejorar. En 2014, 18 de sus 22 países se encontraban por debajo del umbral de pobreza hídrica (1000 m3 per cápita). El acceso a instalaciones de saneamiento se encuentra bastante extendido, pero las conexiones a las redes de alcantarillado y a las plantas de tratamiento de aguas residuales siguen estando muy limitadas. Mientras que los grandes centros urbanos suelen contar con una cobertura de red aceptable, en las áreas rurales y en los países menos adelantados todavía es común encontrar fosas sépticas y pozos negros.
En la región de Asia y el Pacífico, los sectores clave compiten cada vez con más intensidad por los limitados recursos de agua dulce, al tiempo que entre un 80 y 90 % de todas las aguas residuales generadas allí se vierten sin tratamiento y contaminan aguas subterráneas y superficiales, así como ecosistemas costeros. Otro desafío relacionado con la gestión de aguas residuales en las zonas urbanas de esta región está vinculado con las disparidades socioeconómicas. En 2009, el 30 % de la población urbana vivía en barrios marginales y más de la mitad de los residentes rurales no tenía acceso a instalaciones básicas de saneamiento.
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