“Tuve fuerte deseo de tener tres largas vidas: la una para dedicarla a la adoración, la otra para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones; pero al ofrecerle al Señor estos imposibles deseos, me pareció demasiado poco una vida para las misiones y le ofrecí el deseo de tener un millón de vidas para sacrificarlas en las misiones entre infieles. Mas, ¡he quedado muy triste! y le he repetido mucho al Señor de mi alma esta saetilla: ¡Ay! Que yo me muero al ver que nada soy y que te quiero!”
Autobiografía, Laura Montoya Upegui
Esta religiosa y educadora que dedicó su vida a la defensa y reivindicación de los pueblos indígenas, también fue la primera mujer colombiana declarada santa por la Iglesia católica. Fundó la Congregación Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena (más conocida como hermanas Lauritas).
Laura Montoya Upegui nació el 26 de mayo de 1874 en Jericó (Antioquia, Colombia), hija del comerciante y médico Juan de la Cruz Montoya y de Dolores Upegui, una mujer seria, piadosa y caritativa. Cuenta en su biografía que no lloró al nacer; no lo hizo sino hasta los seis meses de edad cuando fue abordada por una tos ferina a la par con la mujer de la cocina, Isabel, quien murió a causa de esta enfermedad. Fue bautizada cuatro meses después de su nacimiento.
En 1876, en una de las guerras civiles que padeció Colombia durante ese siglo, su padre fue asesinado por defender sus bases religiosas en medio de una horda de liberales que se habían tomado la iglesia del pueblo. Su infancia estuvo enmarcada por la pobreza ya que, con la muerte de su padre, le fueron confiscados todos los bienes a la familia. Su madre vivió una difícil situación económica con los tres niños bajo su responsabilidad, Carmelita, Laura y Juan de La Cruz.
La familia fue estigmatizada y humillada hasta por sus propios parientes. Dolores trabajó en condiciones de degradación hasta que un día, cuando Laura tenía 5 años, el abuelo materno los invitó a todos a vivir a su finca cerca de Amalfi. Sin embargo, para Laura la difamación y las necesidades prosiguieron. Su actitud seria llevó a generar apatía hacia ella por parte de algunos de sus familiares. Esto la motivó a pasar bastante tiempo de su niñez en el campo, forjándose como una persona contemplativa y admiradora de la naturaleza.
A los 7 años no había pisado la escuela. Su madre le enseñó a leer y a escribir...