Alcanza la excelencia y compártela.
Militar, religioso, fundador de la Compañía de Jesús, canonizado y declarado patrono de los ejercicios espirituales en 1922.
San Ignacio de Loyola nació como Íñigo López de Loyola en el castillo de Loyola en 1491. Fue el treceavo hijo de don Beltrán Yáñez de Oñaz, quien era señor de Ofiaz y de Loyola, Jefe de una de las familias más antiguas y nobles de la región, y la distinguida Marina Sáenz de Licona y Balda. En su juventud fue paje en la corte de Fernando el Católico. En 1517 fue enviado a servir al duque de Nájera, Antonio Manrique de Lara, que era virrey de Navarra. Íñigo luchó contra los franceses en el norte de Castilla, pero detuvo su carrera militar el 20 de mayo de 1521 al ser herido en una pierna por una bala de cañón, en medio de la defensa del castillo de Pamplona.
Iñigo duró varios meses en cama ya que su pierna se quebró. Utilizó su tiempo para leer un libro sobre la historia de Cristo y un volumen de las vidas de los santos, lo cual lo consagró a una vida espiritual, dejando de lado cualquier experiencia mundana. Una noche bajo penitencia se le apareció la Virgen con el niño Jesús, este hecho lo consoló y reconfortó. Al culminar su convalecencia realizó una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Montserrat y optó por llevar una vida de penitente. Se retiró a una cueva en Manresa, en la provincia de Barcelona. Allí vivió en austeridad y rezó durante 10 meses, luego emprendió una peregrinación a Jerusalén en 1523. Al año siguiente regresó a España y empezó a estudiar en las universidades de Barcelona, Alcalá de Henares y Salamanca.
En 1528 viajó a París y se licenció en artes. Un año después fundó una fraternidad piadosa, la cual, con el tiempo se convertiría en la Compañía de Jesús. En 1537 Íñigo cambió su nombre por Ignacio, (Ignatius); al año siguiente fue ordenado sacerdote en Roma, el papa Pablo III confirmó oficialmente la orden de la Compañía de Jesús en 1540. En esta misma ciudad Ignacio creó los colegios Romano y Germánico.