Non-agricultural self-employment as a factor of economic inclusion of the rural population
El autoempleo no agrícola como factor de inclusión económica de la población rural
El objetivo de este documento era identificar y evaluar la situación económica de la población rural activa en los años 2013-2016, con especial atención a los hogares de los trabajadores autónomos. En el documento se utilizaron datos unitarios inéditos de BGD GUS y REGON, así como fuentes de datos secundarias. Para cada grupo ocupacional, se compararon los ingresos, los gastos y los ahorros.
Se determinó que los ingresos más elevados en las zonas rurales los obtenían los hogares, compuestos en su mayoría por trabajadores no asalariados, mientras que los ingresos más bajos los generaban los obreros. Se observó la buena situación económica de los hogares autónomos ajenos al sector agrario, que mejoró significativamente en los años 2013-2016, aunque varió de unos hogares a otros. Se ha destacado la importancia de esta forma de empleo en las zonas rurales.
INTRODUCCIÓN
La situación económica de la población depende de muchos factores, entre ellos, en particular, el lugar de residencia. En este sentido, la población de las zonas rurales pierde constantemente con los hogares de las ciudades, especialmente las grandes, aunque estas disparidades tienden a cambiar en años individuales (Stolarska, 2014, p. 5-17).
Según datos de la GUS (Oficina Central de Estadística), en 2016, el 39,8% de la población de Polonia vivía en zonas rurales (Bank Danych Lokalnych, 2017). Aunque el número total de población disminuyó un 0,5% en comparación con el año 2000, el número de población rural aumentó en más de 503 mil personas (del 38,2%) durante ese tiempo (Sytuacja społeczno-ekonomiczna..., 2017, p. 19). El abandono de la agricultura, en parte forzado por la adhesión de Polonia a la UE y la necesidad de cambios estructurales, no dio lugar a la migración de la población rural a las ciudades. Por el contrario, la dirección predominante en este ámbito es la migración de las ciudades al campo (más del 36% en 2016 y aproximadamente el 64% en 2010).
Los ingresos de la población se caracterizan por una gran diversidad, como demuestra la tasa de desigualdad en la distribución de la renta2, que se situó en el 4,9 % en 2016 (Wskaźniki Zrównoważonego Rozwoju, 2017). Aunque existen diferencias tanto en la ciudad como en el campo, la renta media mensual disponible es siempre mucho menor (aproximadamente un 40 %) en los hogares rurales. Por otra parte, la tasa de riesgo de pobreza extrema siempre ha sido más elevada en el campo3.
Los ingresos más bajos también dan lugar a niveles más bajos y a una estructura diferente del gasto de consumo, lo que se traduce en desigualdades en términos de capacidad para satisfacer sus necesidades, especialmente las más elevadas, y no favorece la cohesión social promovida por las políticas de desarrollo sostenible. Como prioridad, estas políticas hacen hincapié en la necesidad de fortalecer la economía coherente, tanto en términos económicos como sociales, y de promover una sociedad inclusiva y un desarrollo que contribuya a la inclusión social (Lorek, 2016, p. 175).
Recursos
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Formatopdf
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Idioma:inglés
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Tamaño:289 kb