En Gaviotas, el vivir, es un arte: “El difícil arte de la sencillez”.
Adentrémonos un poco más, para explicar lo del bosque.
Cuando estábamos volando en un monomotor sobre la selva de la Mosquitia, común a Honduras y Nicaragua, en Centroamérica, avistamos por casualidad manchas de Pino tropical Caribe, recolectamos sus semillas las que plantamos en Gaviotas, junto con otras que provenían de la selva Maya del Petén de Guatemala.
Este pino también fue encontrado por la bióloga estadounidense Barbara Caufield en el corazón de la selva amazónica. Esta primera siembra no progresó, las plántulas se secaron.
A partir de este momento empezamos a controvertir lo sucedido, el desacuerdo es lo que nos vuelve productivos, pero rechazando la lucha, alejándonos de las respuestas únicas, elaborando relaciones de una manera diferente. Nada es más absurdo e injusto que dar soluciones iguales a problemas diferentes. Un año después regresé a la Mosquitia, y tras un recorrido detallado pude observar que aquellos Pinos rodeados de hongos eran los más vigorosos.
Procedimos a cosechar sus semillas y las sembramos en Gaviotas inoculadas con este hongo, obteniéndose un resultado muy positivo. Luego se estableció un jardín de procedencias, para identificar las de mejor comportamiento.
Tres años más tarde, empezamos una plantación que tiene un área de 8.000 ha, constituyéndose en el bosque plantado más grande del país, en un suelo, que los expertos en la materia lo consideraban contraindicado, a pesar de estar ubicados en el cinturón ecuatorial del planeta, es decir, en el trópico del trópico, que tiene el mayor índice de radiación solar y la más alta productividad biológica primaria de la tierra.
La agricultura será más la capacidad e imaginación para aprovechar la luz, que simplemente cultivar la tierra. Es la agricultura fotónica.
Paradójicamente, esta riqueza biológica, viene acompañada de la mayor pobreza de su población. Hace 200 años este continente intermedio de La América Latina, que aún no estaba fragmentado en tantas repúblicas, varias veces antagónicas entre sí, se encontraba más avanzado que Estados Unidos, en casi todos los aspectos. No es que seamos pobres, sino que estamos en la trampa de la pobreza, en donde debería ser imposible estarlo. En Gaviotas con cierta ironía, lo llamamos el milagro de la pobreza. Entre otras causas, la más importante, es la de no haber tropicalizado la ciencia y la tecnología, no comprender las ventajas de estar entre Cáncer y Capricornio, en donde la naturaleza trabaja sin estaciones. No nos han educado para ver lo que es obvio. Nuestra inflexibilidad en el siglo XIX, no permitió el asomo de una clase dirigente talentosa y apropiada de su entorno, pero al mismo tiempo, abierta al mundo.
Si hubiéramos comprendido la tropicalidad y apalancado la movilidad social, fertilizando la creatividad, el emprendimiento, así como la capacidad de asumir riesgos, América Latina sin duda, estaría desempeñando un lugar de vanguardia tanto a nivel continental como mundial.
Cabe señalar que en los tiempos, de cuando Adam Smith, economista y profesor de lógica y filosofía moral de la Universidad de Glasgow en Escocia, escribió sobre la causa de la riqueza de las Naciones, la más avanzada de ellas, era solo 5 veces mayor que la más atrasada económicamente, hoy por hoy, la brecha es de 65 veces.