En la actualidad, Rebeca, sus hijos y su esposo están amparados por la Diócesis Católica de Maiduguri, junto a otros 500 desplazados.

Corrió hacia unos matorrales y permaneció una noche en medio de un bosque. Al amanecer, se dirigió a un pequeño pueblo llamado Maitele donde, junto con sus dos hijos, se unió a un grupo de personas y emprendió un viaje hacia lo que imaginaban era la frontera con Nigeria. Sin agua ni comida lograron llegar a una ciudad en Níger denominada Diffa. Luego, con el apoyo de algunas personas, logró unirse a los militares del área quienes les dieron atención médica y comida. A ella y a sus hijos los llevaron a Damaturu, donde fueron recibidos por un grupo de soldados nigerianos que la ayudaron a desplazarse a Maiduguri, lugar en el que por fin logró reencontrarse con su esposo Bitrus. En un momento Rebeca pensó en dejar al hijo nacido de la violación, ya que le recordaba los más dolorosos momentos del cautiverio, sin embargo, un soldado la persuadió diciéndole: "Quédatelo y podrás enseñarle cosas muy importantes en la vida".

La confianza en Jesús de manera incondicional mantuvo la esperanza en ella y resistió todo intento de conversión forzada al Islam. Así lo dice con sus palabras:

“No pudieron separarme de mi fe, a pesar de la violencia ejercida contra mi por no convertirme a su religión. Ni un solo día me he apartado del amor de Dios”.

Hoy en día, Rebeca relata su historia en diferentes eventos y brinda entrevistas de perseverancia y compromiso por la vida en la fe cristiana. Es tomada como ejemplo por la organización española Ayuda a la Iglesia Necesitada como una católica comprometida que logró perdonar de corazón a sus victimarios demostrando que un mundo mejor es posible si se acaba el odio y el rencor.

Rebeca, superviviente de Boko Haram: "No tengo otro remedio que perdonar" - Fuente: Mater Mundi TV