Salve, oh Cruz, mi única esperanza
Filósofa y religiosa alemana de origen judio. Se convirtió al catolicismo y fue canonizada en 1988. Debido a su origen étnico, fue víctima del exterminio nazi.
Edith fue la última de los once hijos del matrimonio entre Siegfried Stein y Augusta Courant. La familia residía en Lublinitz y allí instalaron un negocio familiar de aserradero y comercio de maderas. Enfrentaban dificultades económicas y dependían de la solidaridad familiar para evitar la miseria. En esas condiciones, cuando Edith tenía dos años, fallece su padre. Su madre, viuda, se puso a cargo del negocio y tuvo que asumir sola la crianza de los niños. Augusta llevó a cabo esa tarea con fe y disciplina, valores que inculcó a sus hijos.
Empezó sus estudios en la escuela Victoria en 1896 y rápidamente destacó como una estudiante ilustre. Era inteligente, competitiva y perfeccionista. También contaba con un profundo sentido religioso, inspirado en el Yom Kipur. Al hacerse adolescente decidió dejar de rezar, pero mantuvo los hábitos austeros y reflexivos.
Durante un par de años dejó los estudios, pero los retomó rápidamente, impulsada por un ansia de conocimiento. Terminó la escuela secundaria en 1911 y se adentró en la filosofía. También se vinculó a movimientos feministas a favor del voto femenino. En 1911 comienza sus estudios superiores en la Universidad de Breslau. Abarca temas como alemán, historia, filosofía natural, psicología, griego e historia. Estas influencias humanistas la llevaron a declararse atea.
Hacia 1912 empieza a estudiar la fenomenología de Edmund Husserl, seducida por estas ideas, decide trasladarse a la Universidad de Gotinga. En esta ciudad, se vinculó a organizaciones en pro de la educación y de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Las experiencias en estas organizaciones la inspiraron para lo que después sería su propia Academia.