A propósito de los 150 años de nuestra Facultad de Ingeniería
To purpose of the 150 years our Engineering Faculty
La Facultad de Matemáticas e Ingeniería, como la conoció quien escribe estas líneas cuando en ella adelantó los estudios que le permitieron optar al título de ingeniero civil, tiene una larga historia de aportes a Colombia que ahora, con ocasión de la conmemoración de los primeros ciento cincuenta años de su creación, quienes tuvimos el privilegio de de ser alumnos sentimos un gran sentimiento de admiración por sus realizaciones, de las cuales han sido actores, desde luego, sus fundadores, sus profesores, sus alumnos y sus egresados en un período que fácilmente abarca cinco generaciones si cada una de ellas es de treinta años. Y un período importantísimo de grandes transformaciones en la vida de la nación: la Constitución de 1886 y luego la de 1991, la guerra de los Mil Días, la hegemonía de los dos partidos políticos, la pérdida del canal de Panamá, el gobierno militar, el Frente Nacional, hasta la actualidad política, que ha colocado a los partidos políticos en estado de hibernación del cual renacerán fortalecidos, para mencionar solamente algunas de las transformaciones a las cuales se ha enfrentado el país, que lo han conducido a lo que hoy es. En ninguna de estas etapas de la vida nacional ha estado ausente la ingeniería nacional, y particularmente los ingenieros de la escuela que en este año conmemora una brillante efemérides. El ejercicio profesional los ha llevado a desempeñarse, ya sea en la política, en la diplomacia, en el fomento de la industria y el comercio, como hábiles negociadores internacionales, en fin, en todas las actividades en las cuales la inteligencia y un notable bagaje intelectual tuvieron su simiente en la formación proporcionada por la Escuela de Ingeniería.
Como la mayoría de los egresados de este centro de formación profesional en la rama de la ingeniería, debo reconocer que, de no haber existido, quizás el destino nuestro y el del país sin ese contingente de ingenieros, formados en las más sólidas disciplinas y el ejemplo de los profesores, hubiera sido otro; posiblemente la necesidad hubiera impulsado a los jóvenes sedientos de aprender y de servirle al país a buscar otros destinos, y quizás hubieran encontrado su nicho en forma que es difícil de evaluar ahora, teniendo en consideración la tenacidad del colombiano, que hace de cada dificultad una oportunidad. Son pensamientos de lo que ha podido ser y fue.
Hoy, en medio de tanta confusión, nuestra santa madre Iglesia nos enseña que las mayores faltas son las que atentan contra la sociedad: la intolerancia, la injusticia, la discriminación, el fanatismo y, en fin, todas las actitudes colectivas y particulares que vulneran al ser humano como miembro de una sociedad.
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