Ingeniería Biomédica Los rastros del camino
Biomedical Engineering The traces of the road
Con casi cuarenta años, la Ingeniería Biomédica ha tenido en la Universidad de los Andes una historia que ha dejado un particular sendero de evolución: partiendo de la convergencia de las necesidades del medio y de las capacidades de algunos de sus profesores, ha generado una escuela cuyos resultados trascienden los puramente académicos. Muchos nombres han escrito esta historia, muchos proyectos han nacido y han sido reconocidos. Queremos mostrar a ustedes, lectores, las huellas principales que ha dejado el trayecto de la Ingeniería Biomédica en la Universidad de los Andes. A finales de la década de 1960 y a principios de la década 1970, se construyeron los primeros lazos entre Ingeniería y Medicina, en la Universidad de los Andes.
Estos contactos iniciales se daban de una manera muy particular: " Todo empezó con consultas hechas por médicos sobre algún problema que necesitaba resolver. Traían sus inquietudes aquí y se las remitían a algunos ingenieros. Así, médicos e ingenieros empezaron a trabajar y a desarrollar proyectos de investigación conjunta-recuerda Luís Enrique Amaya. Por ejemplo, el oftalmólogo Alejandro Arciniegas tenía problemas con la presión ocular; vino e, inicialmente, empezó a trabajar con un grupo de Ingeniería Mecánica. Su trabajo con este grupo terminó y le aconsejaron continuar con otro ingeniero. Empezamos a trabajar juntos y hemos tenido proyectos muy exitosos desde esa época. " Sin embargo , esta primera etapa se caracterizó por que cada trabajo se desarrollaba de manera interna, sin que existiera contacto con los otros grupos de investigación. Personajes como Salomón Hakim, Jorge Zapp, John Burton, Jaime Lobo Guerrero; Alejandro Arciniegas, Luis Enrique Amaya, Jaime Garcés; José Gabriel Venegas y Manuel Venegas Gallo; Amador Burgoa y Enrique Susemihl, son indispensables en la historia de los inicios de la Ingeniería Biomédica uniandina.
Cuatro de las investigaciones que se desarrollaron en la primera etapa fueron acreedoras del Premio Nacional de Ciencias de la Fundación Alejandro Ángel Escobar. El primer trabajo premiado, en 1974, fue la mecánica de la actividad craneana y la importancia de un sistema automático para el tratamiento de la hidrocefalia, realizado por Salomón Hakim y José Gabriel Venegas. En 1978, José Gabriel Venegas y el médico Manuel Venegas Gallo obtienen este galardón por investigación: Pulsos reversos de presión , una nueva alternativa para el tratamiento de las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (Epoc). En 1980, el trabajo Mecánica de la cavidad ocular, del grupo de oftalmoingeniería liderado por Alejandro Arciniegas y Luis Enrique Amaya ganó nuevamente el Premio Nacional de Ciencias. Este mismo equipo también se hizo acreedor del mismo premio en 1988, con el trabajo Asociación de la queratotomía radial y la circular para la corrección de ametropías, investigación con la que también obtiene la Medalla al Mérito Oftalmológico otorgada por el Instituto Barraquer de América.
Un nuevo paso en la historia de la Ingeniería Biomédica se da con la consolidación de este trabajo alrededor de un grupo formal de investigación dentro de la universidad.
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