“Aún confío, a pesar de todo, que la gente es realmente buena en su corazón”
Una joven judía que relató en su diario las experiencias vividas al lado de su familia durante dos años de encierro, ocultándose del ejército alemán durante la ocupación de los Países Bajos.
Annelies Marie Frank nació el 12 de junio de 1929 en Alemania. Hija de un empresario alemán, Otto Frank (1889–1980) y Edith Frank, quienes tomarían la decisión de migrar a Amsterdam en 1933 como consecuencia del ascenso de Adolf Hitler al poder. Para 1940, Alemania había invadido los Países Bajos, con lo cual se establecieron medidas en contra de la comunidad judía, con lo cual Anna y su hermana mayor Margot ingresan a una escuela para judíos.
En su cumpleaños número 13 (1942), Anna recibió un diario como obsequio de su familia, en el cual comenzó a escribir inmediatamente con la ilusión de poder contar con un verdadero confidente, tal como lo plasmó: “Espero poder confiarte todo ya que nunca ha me ha sido posible confiar en alguien y espero que seas una gran fuente de apoyo y reconforto”. Unas semanas después Anna y su familia se vieron obligados a esconderse (6 de julio de 1942); su hermana Margot había recibido la orden de reportarse en un campo de concentración.
El escondite de la familia era un espacio estrecho, era la oficina anexa al negocio de Otto en Amsterdam, que compartirían con otra familia: Auguste y Hermann van Pels y su hijo Peter, y el odontólogo Fritz Pfeffer. Gracias a la ayuda de amigos no judíos, quienes les proveían víveres y artículos de primera necesidad, la familia Frank se mantuvo oculta por un periodo de dos años. Durante este tiempo, Anna escribía devotamente en su diario, relatando día a día las vivencias al lado de su familia, confesiones sobre sus miedos, situaciones de conflicto, sus esperanzas y sueños, todo desde la emocionalidad de una adolescente.