El Padre Pío nació en Pietrelcina (Italia) el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione y tomó el nombre de Fray Pío de Pietrelcina en honor a San Pío V, cuando se recibió como Franciscano capuchino. Fue beatificado en 1999 y canonizado en 2002 por el papa Juan Pablo II.
“No te preocupes por las cosas que generan preocupación, desorden y ansiedad. Una sola cosa es necesaria: Elevar tu espíritu y amar a Dios.”
Nació en una familia humilde y devota. Fue hijo de Grazio Orazio Mario Forgione y Maria Giuseppa di Nunzio. Desde niño mostró mucha piedad e inclinación hacia la vida religiosa. En parte por la influencia de un fraile capuchino que pasaba por su casa pidiendo limosna. También por un encuentro espiritual que tuvo a los cinco años: se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Desde entonces prometió a San Francisco que sería un fiel seguidor suyo. Su vida quedó marcada y empezó a tener apariciones de la Santísima Virgen.
“Debes hablar a Jesús también con el corazón, además de los labios; de hecho, en ciertos casos debes hablar con Él solo con el corazón.”
El 6 de enero de 1903, con 16 años, fue aceptado como novicio en el convento de la Orden Franciscana de Morcone. Tuvo visiones del Señor en la que se le mostró las luchas que tendría que pasar contra el demonio. La vida en el noviciado era muy dura, llena de ayunos y mortificaciones. Esto los ayudaba a discernir si tenían verdadera vocación. Pese a las dificultades propias de este entrenamiento, sus superiores mencionaban que él era un novicio ejemplar.