Me gustaría que la Iglesia fuese mucho más crítica con el sistema
Sacerdote misionero argentino, reconocido por su trabajo comprometido con jóvenes y niños huérfanos como consecuencia del virus del ébola y por su esfuerzo para que miles de niñas salgan de la prostitución en Sierra Leona.
Jorge Mario Crisafulli nació en Bahía Blanca, Argentina en 1961. Se unió desde niño a la comunidad de los salesianos de don Bosco mientras estudiaba en el colegio. Desde muy pequeño sintió el llamado de Dios y se comprometió con las misiones a la edad de 14 años, donde emprendió una experiencia misionera por la Patagonia en zonas de los indígenas Mapuche.
Su vocación de servicio fue creciendo con las historias que le contaban los religiosos que llegaban de África. Después de ordenarse como sacerdote siguió realizando sus misiones donde siempre trabajaba con las comunidades más necesitadas. A principios de la década de los noventas realizó una solicitud a sus superiores en el Vaticano para trabajar como misionero en África y le ofrecieron viajar a Ghana donde se estaba abriendo una nueva presencia salesiana en el marco del proyecto África.
Tiempo después trabajó como superior salesiano en los países de África occidental de lengua anglófona: Nigeria, Liberia y Sierra Leona. Fue en este último país donde empezó a hacer su más grande labor por los niños y jóvenes de Freetown, capital de Sierra Leona.
Desde la llegada de los salesianos a Sierra Leona en 1986, los religiosos empezaron a trabajar con los menores y jóvenes más vulnerables. En 1998 la congregación fundó la ONG Don Bosco Fambul que en lengua local significa Familia.
El Padre Jorge Mario llegó a África en 1995 y recuerda su impresión con el calor sofocante y el cambio de hábitos alimenticios y culturales; se ha enfermado varias veces de malaria y ha padecido los síntomas del ébola. Ha estado en países en guerra y su vida ha estado en peligro al estar en contacto con niños soldados o en territorios controlados por Boko Haram.
Pero nada de eso le ha hecho desistir de su trabajo por los niños y jóvenes desamparados. Con la aparición del ébola en Sierra Leona muchos niños quedaron huérfanos al perder sus familias por completo. En una época de recursos limitados, el padre Jorge Mario decidió transformar una escuela primaria en orfanato donde acogió 120 niños que además de estar desamparados, eran perseguidos por ser sobrevivientes del ébola, pues se consideraba un acto de brujería, otros eran rechazados por sus padres tras padecer el virus.