Rodolfo Vergara C.
Ingeniero químico
Editor revista VIRTUALPRO
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¿Es bueno comer carne?

Is it good to eat meat?

Traducción del artículo de Howard J. Swatland (Department of Animal and Poultry Science, University of Guelph, Ontario, Canadá). E-mail: [email protected]

Esta página (Growth & Structure of Meat Animals) atrae una buena cantidad de correos hostiles de vegetarianos. No tengo tiempo para responder a todos, pero esto es en lo que creo. Nunca atacaría los derechos de los vegetarianos, pero clamo los derechos a la autodefensa y la libre expresión.

Déjenme comenzar con la biosfera – aquella capa increíblemente delgada en la cual vivimos todos en la superficie de la madre Tierra. Virtualmente cada átomo de la biosfera, excepto aquellos recientemente liberados de las rocas antiguas o caídos de los cielos, es un triunfo del reciclaje. Las oportunidades son, la mayoría de los átomos en mi cuerpo han pasado unos pocos milenios de un alga marina u otra, han tenido un par de pases a través de un antiguo pez o dinosaurio, y ahora terminaron en mí. Cortesía de los ciclos del carbono, los ciclos del nitrógeno, el empaque de alimentos y el drenaje principal; quién es qué y qué es quién es sólo un chasquido en el tiempo. Así, nuestra única oportunidad de escapar de este muy democrático proceso de reciclaje de la biosfera es salir disparado en una cápsula espacial y hacer un viaje sin retorno en el espacio exterior. Aún así, después de un largo, largo tiempo, nos convertiremos en parte de un esfuerzo de reciclaje aún mayor para materiales estelares.

Mientras tanto, de vuelta en la Tierra, ¿qué me da el derecho de comer carne? Yo digo que la cláusula de los abuelos, un hábito ya hace tiempo establecido y la tradición. Desde mis ancestros personales del último millón de años, he heredado la dentadura y las enzimas digestivas idealmente adecuadas para comer carne, tengo la predilección por la carne jugosa, y carezco de la educación apropiada para engañarme a mi mismo con una dieta perfectamente saludable libre de carne. 

Cuando mis hijos fueron bebés, habría sido absurdo privarlos de las grasas animales que incorporaron en sus nervios en crecimiento y sus células cerebrales. Tampoco estoy a punto de cambiar mis botas de excursión de cuero por sandalias plásticas, dejar de lavar con jabón, o clausurar la puerta de la despensa de numerosos artículos caseros que contienen productos animales...