Una escuela “sentipensante” para el reconocimiento y práctica de los derechos humanos
A sentipensante school for the recognition and practice of human rights
El propósito fundamental de este artículo es dar cuenta de otras posibles acciones transformadoras para repensar la manera como se concibe la escuela en el siglo xxi, según la cual esta enseña y reproduce lo que ya ha sido pensado, que regula y orienta a que los y las estudiantes se formen para “el deber ser” de las competencias, el trabajo y la empresa, mas no para el “querer ser” del propio estudiante en un mundo en el que se requiere cada vez más una educación para el reconocimiento y práctica de los derechos humanos mediante un proceso “sentipensante”, es decir, un proceso mediatizado por el corazón y la razón. Esta reflexión se sustenta en el campo de la pedagogía crítica, educación popular, escuela abierta, educación en derechos humanos y la postura crítica del currículo. La investigación que dio origen a este artículo se denomina “Maestros y maestras rodantes por la dignidad humana: una estrategia de reconocimiento y práctica de los derechos humanos para una escuela ciudadana y un currículo crítico”, que se desarrolló entre los años 2012 y 2013 en la Universidad de Antioquia. Esta se llevó a cabo con estudiantes de la escuela Pedro de Castro, de la ciudad de Medellín, con el objetivo de construir con ellos una estrategia educativa de reconocimiento y práctica de los derechos humanos, para una escuela ciudadana y un currículo crítico, basada en el principio del diálogo entre estudiantes y maestros, con el ánimo de llevar, posteriormente, la enseñanza a la comunidad en general.
INTRODUCCIÓN
La escuela, a lo largo del tiempo, se ha caracterizado por cierto grado de estancamiento y pasividad en relación con el avance de los contextos sociales, económicos y políticos. Al respecto, conviene decir que la escuela del siglo xxɪ no ha sido ajena a esta problemática, sino que, por el contrario, suele fungir como una escuela reproductora de conocimiento para el vivir de un mundo neoliberal, una educación, como diría Cristina Monereo, “encaminada a producir ‘máquinas utilitarias’ y no ciudadanos con la capacidad de pensar críticamente” (229).A diferencia de esta concepción de escuela, una “escuela sentipensante” es aquella escuela en la que se aprenden a pronunciar las propias palabras y no a repetir las palabras de otros; se basa en reconocer aquel principio del diálogo2que soñó Freire: “Todos sabemos algo, todos ignoramos algo por eso aprendemos siempre” (Cartas 60). En esta cobra significado la pregunta por la práctica pedagógica, esa experiencia que no se hace, sino que se vive, para reflexionar y transformar el proceso enseñanza-aprendizaje. Exige confianza y respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás; comprende que no habrá un verdadero reconocimiento de los derechos humanos en sociedad si no se emplea la razón y se actúa con el corazón.
Recursos
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Idioma:español
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