Niklas Luhmann: Un examen de la economía desde la teoría general de sistemas
Niklas Luhmann: An examination of economics from general systems theory
La economía, a pesar de su característica inherente de «ciencia social», se ha desarrollado, en su teoría convencional, apoyada en la modelación matemática, en su pretensión de acercarse a las ciencias físico matemáticas y ganar así capacidad predictiva, tal como lo postuló Walras desde el siglo XIX.
N. Luhmann (1927 1998), con base en la Teoría General de Sistemas, reconoce en la economía un “sistema funcional”, es decir, que opera en aspectos concretos y vitales para la reproducción de la sociedad como un todo. En este sentido la economía, como todos los sistemas complejos y autorreferentes; es autopoiética, con cierre operacional, opera con sentido y es autónoma. A pesar de su carácter circular, tal como lo planteó Samuelson, la sistémica de Luhmann reconoce la apertura para mantener la identidad autorreferencial en congruencia con el entorno social que aparece entonces como referente externo. Este aspecto de la relación entre sistema y entorno es el que hace posible la autorreferencia, y da lugar a la reflexión, mediante la cual el sistema reconoce la operatividad que lo identifica y establece sus límites como sistema, para diferenciarse del entorno. Desde esta perspectiva, Luhmann puede decir que la economía capitalista no se apoya en fenómenos extrasociales, sino en sí misma y construye referencias internas a situaciones externas, es decir, “que son y seguirán siendo dependientes de la lógica de la economía monetaria”.
Basado en su teoría de la comunicación como foco operativo de los sistemas sociales, este autor reconoce al dinero como el medio de comunicación simbólicamente generalizado propio de la economía.
1. INTRODUCCIÓN
La economía es un campo pujante de las llamadas “ciencias sociales” sobre todo por la gran cantidad de datos empíricos que aporta permanentemente, pero tiene una gran debilidad por la carencia de un núcleo teórico lo suficientemente coherente que la ponga en la posición destacada de una ciencia sólida. En este último terreno, se puede decir que la economía es una “ciencia” en crisis, tanto en su configuración teórica como en su capacidad predictiva, algo que se le suele pedir a las “ciencias verdaderas”; se considera, además, que esta virtud se deriva del reconocimiento inequívoco de su objeto de trabajo y de la formulación adecuada de las leyes que explican los fenómenos propios de ese objeto ya claramente delimitado. Ésta ha sido, desde L. Walras, uno de los fundadores de la llamada Escuela Neoclásica, una de las preocupaciones más reiteradas. En efecto, Walras expresaba que para hacer de la economía una verdadera ciencia, era necesario llevarla hasta aproximarla, en su cuerpo teórico, a la físico matemática. Precisamente, con V. Pareto, de formación en matemáticas y física en la Universidad de Turín, se propuso hacer un uso extenso de las matemáticas para el análisis de los problemas económicos.
Esta orientación sigue siendo fundamental, sobre todo después de A. Marshall, quien se empeñaba en decir que, si bien es importante matematizar la economía, lo es más el disponer de diagramas que explican mucho mejor los problemas de la economía pura. En efecto, A. C. Pigou y M. Keynes volvieron a poner en primera línea la preocupación por el uso de los modelos matemáticos que son exaltados anualmente desde la década de los 60s cuando se empezaron a otorgar los premios Nobel en economía, el primero de los cuales recayó sobre Ragner Frisch y Jan Timbergen por sus trabajos en econometría y que desde aquel año recaen, predominantemente, sobre quienes construyen modelos matemáticos muy refinados para el análisis económico.
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