Amenaza, vulnerabilidad y sociedades urbanas una visión desde la dimensión institucional
Hazards, vulnerability and urban societies a vision from the institutional dimension
Hoy en día, el desarrollo, ojalá sostenible, de los hábitats urbanos no puede abstraerse de condiciones intrínsecas de amenazas de origen natural, puesto que la expansión territorial de las urbes, sobre todo en los países en vía de desarrollo, obliga a la colonización de espacios cada vez más peligrosos, generando situaciones complejas de vulnerabilidad. Después de exponer la evolución conceptual de la noción de vulnerabilidad, el presente escrito pretende analizarla desde una dimensión particular, la dimensión institucional, la cual representa el factor fundamental a considerar en el momento de analizar una sociedad vulnerable.
1. LA VULNERABILIDAD DE LAS URBES, UNA REALIDAD
Todos los discursos concuerdan en decir que reflexionar sobre la situación general presente y futura de las ciudades en el mundo, corresponde a pensar en el nivel de desarrollo de dicho hábitat y en cómo mejorarlo para que además sea sostenible. Si el propósito es claro, el método para lograrlo no siempre lo es o no siempre acierta, puesto que con frecuencia, falta una visión holística de la problemática para poder analizarla en todas sus dimensiones y entenderla como tal. A escalas locales y nacionales, uno de los factores del desarrollo que poco se considera en el momento del análisis, es la vulnerabilidad de las comunidades expuestas a amenazas naturales. Esta condición de exposición no es ni particular ni excepcional, puesto que la mayoría de los países desarrollados o no, sufren situaciones a veces extremas de amenazas de origen natural, socio- natural o antrópico- tecnológico que, más y más, desencadenan desastres y crisis, comprometiendo fuertemente el nivel de desarrollo adquirido. Las afectaciones de mayor influencia negativa sobre los estados de desarrollo alcanzados corresponden a los hábitats urbanos y más particularmente en los países en via de desarrollo, poniendo así de relieve las correlaciones existentes entre espacios peligrosos, concentración de población, ajo nivel de desarrollo, alta vulnerabilidad y consecuente nivel de riesgo.
Ejemplos de estas situaciones desafortunadamente abundan; tan sólo en el transcurso de la última década, se generaron pérdidas económicas sin precedente: en 1998, en la mayoría de los países centroamericanos, el huracán Mitch causó desastres; en 1999, la avalancha de lodo registrada en la localidad venezolana de Carmen de Uría generó más de 20.000 muertos; también en 1999, el sismo que afectó el Eje Cafetero colombiano y a partir del mismo año, la serie de terremotos ocurridos en Turquía representaron otras ilustraciones de la alta vulnerabilidad de los países en vía de desarrollo, ante fenómenos naturales o socio-naturales (ISDR et al., 2002). Claro está que las naciones ricas tampoco escapan a esta realidad, pues desde finales de los años 90, países como Francia, Alemania, Austria o Suiza registran inundaciones muy devastadoras que demuestran una inadaptación de los procesos de planeación territorial, al contexto físico- natural (cambiante por cierto desde hace varios años, sobre todo desde el punto de vista hidrometeológico), generando situaciones de vulnerabilidad preocupantes. Y finalmente, el 29 de agosto de 2005, las destrucciones registradas en cuatro Estados del Sur de los Estados Unidos por la acción del huracán Katrina, mostraron la vulnerabilidad de la costa sur del país, donde se estimó que las pérdidas directas alcanzaron los 200 mil millones de dólares (2% del PIB nacional...). En el caso del huracán Katrina, la inundación total del área metropolitana de la ciudad de New Orleans, con 1.3 millones de habitantes, demostró como decisiones políticas de orden territorial pueden generar una situación crítica de vulnerabilidad, como ocurrió al erradicar decenas de kilómetros cuadrados de humedales que representan barreras naturales contra un oleaje fuerte y optar por la urbanización de aldeas ubicadas hasta tres metros debajo del nivel del mar, en zonas afectadas con frecuencia por ciclones tropicales, es decir sometidas a fuertes cantidades de agua que sobrepasan los niveles de resistencia de los diques de protección. (Leahy, 2005)
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