Conflictos ambientales y filosofía
Environmental conflicts and philosophy
En 1998 la selva de las Yungas, en Argentina, se transformó en tema de tremendos debates causados por la construcción del Gasoducto Norandino. Más allá de consideraciones técnicas y financieras, el discutir la construcción de un gasoducto enfrentó a los distintos actores con cuestiones de gran relevancia ética. Ambientalistas asumieron posturas considerando no sólo a las personas sino al resto de los seres vivos como moralmente relevantes. Un insostenible antropocentrismo fuerte, predominante en nuestras sociedades desarrolladas, fue cuestionado.
La implementación final de la Reserva de Biosfera de las Yungas mostró el conflictivo proceso como un caso testigo, en el cual predominaron la voluntad de diálogo y una cierta sabia racionalidad, a través de la aplicación del nuevo conservacionismo activo que permite compatibilizar el desarrollo humano con el cuidado del ambiente. La incorporación de tópicos socioculturales a la conservación implica un verdadero cambio conceptual y metodológico, al tomar en cuenta elementos intangibles y no cuantificables de la actividad y del espíritu humano, las diferentes percepciones de cada población, sus estilos de desarrollo y calidad de vida, sus aspiraciones, el sentimiento de pertenecer o su sensación de autorrealización.
1. INTRODUCCIÓN.
Un conflicto ambiental como tantos...
La implementación de nuevas obras humanas, sobre todo si sobrepasan determinada dimensión, puede resultar excesiva para el tamaño del escenario natural en el que se desarrollan. También sucede que ciertas intervenciones, como una represa hidroeléctrica, un puente, la explotación de un bosque, de los suelos, la instalación de una fábrica o la construcción de barrios nuevos, no siempre resultan un bien para todos los actores implicados o afectados por ellas. A esto puede agregarse que, aún cuando se use una técnica con buenas intenciones, para fines altamente legítimos, puede resultar involuntariamente amenazadora o dañina, tanto para los seres vivos considerados aisladamente como para el ambiente en su conjunto.
La toma de conciencia acerca de los límites que la naturaleza impone al avance de la industrialización y la crisis debida a la explotación de los recursos naturales y humanos, han puesto en cuestión la actividad expansiva de las sociedades tecnológicas contemporáneas. En concordancia, son cada vez más frecuentes los reclamos y críticas de diversos sectores civiles, profesionales, organizaciones no gubernamentales y de movimientos ambientalistas.
Podemos recordar, a modo de ejemplo, cuando en 1998 la selva de Yungas de Argentina se convirtió en un tema de tremendos debates surgidos por la construcción de los gasoductos Norandino y Atacama, que llevarían gas desde yacimientos desde la provincia de Salta, en Argentina, hasta el Norte de Chile. En el caso de Norandino al que haremos referencia, la obra atravesaría un sector clave de las Yungas, el corredor biológico que une los parques nacionales de Baritú (Salta) y Calilegua (Jujuy) en la Alta Cuenca del Río Bermejo, poniendo en peligro la supervivencia de varias especies amenazadas, entre ellas el yaguareté, símbolo de la selva. Se temía por el uso de explosivos para despejar ciertas regiones montañosas. A su vez, la brecha abierta en la selva para ubicar los conductos permitiría la entrada de cazadores furtivos a sectores que hasta ese momento eran inaccesibles y se mantenían protegidos.
La comunidad autóctona kolla protestó por la destrucción de sus áreas de cultivo, y porque la traza pasaría por cementerios y lugares considerados sagrados por su cultura, como el Pucará de San Andrés, relicto de la cultura incaica de importante valor antropológico. Los medios de comunicación fueron reflejando las opiniones favorables pero también muchas críticas, que iban desde modificar las trazas en algunos puntos críticos hasta suspender directamente su construcción.
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