La tendencia mundial es la intensificación… ¿y el bienestar?
The global trend is intensification... and welfare?
Actualmente, la producción de alimentos enfrenta grandes retos: un mercado de consumidores con un crecimiento incesante, una diversificación de los gustos de los demandantes, un incremento de las zonas de producción de biocombustibles que compiten con la producción de alimentos, una aceleración en la tasa de deforestación en zonas sensibles y un aumento indiscriminado de las emisiones de metano (entre otros contaminantes directos e indirectos) a la atmósfera, el agua y los suelos, por parte de la actividad ganadera en general, una brecha cada vez mayor entre quienes tienen y pueden pagar por alimentos de calidad y quienes apenas llegan a cubrir una sola comida de baja calidad nutricional en el día. En este escenario global, la producción animal y el bienestar se enfrentan al reto de masificar la producción de alimentos con base en la intensificación con el uso de dietas ricas en grano, confinamiento parcial o total y genética especializada para incrementar la producción, pero, contradictoriamente, se traducen en acidosis ruminal, alta prevalencia de cojeras y problemas de comportamiento y adaptación. El propósito de este artículo es hacer una revisión general de la perspectiva de producción pecuaria, específicamente de ganadería bovina en Ecuador, desde el punto de vista económico, social, ambiental y del bienestar animal, considerando que la modificación de cualquier sistema productivo responde al consumidor; a la final, él se convierte en el eje decidor sobre el cual se debe trabajar para la consecución de alimentos éticos: socialmente responsables, ambientalmente sostenibles y con bienestar animal.
Con una población en constante crecimiento, se estima que, para el 2050, el número de habitantes que tendrá el planeta bordeará los 9200 millones según la fao [1]: “[...] el aumento de los ingresos, así como la transformación de las preferencias alimentarias, están estimulando un acelerado incremento de la demanda de productos pecuarios, a la vez que la globalización impulsa el comercio de insumos y productos. Se prevé que la producción mundial de carne se incrementará en más del doble, pasando de 229 millones de toneladas en 1999/01 a 465 millones de toneladas en 2050, y que la producción de leche crecerá de 580 a 1043 millones de toneladas. El impacto ambiental por unidad de producción ganadera ha de reducirse a la mitad si se quiere evitar que el nivel de los daños actuales se incremente".
El informe presentado por la fao [1] indica que la perspectiva es reducir el impacto ambiental para que las consecuencias a corto y mediano plazo no sean tan lamentables como las que vivimos actualmente: una tasa de deforestación elevada, un incremento en las emisiones de co2 y gas metano, entre otros contaminantes, el cambio del uso de la tierra y el incremento de tierras desertificadas a causa de la sobreexplotación de la capa arable, en muchos de los casos nula y sometida a la producción intensiva.
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